Todo sería gracias a un atrapanieblas: Cultivan lechugas en pleno desierto de Atacama
Más de 850 lechugas hidropónicas, un equivalente a cerca de 40 kilos, fueron cultivadas en pleno desierto, en la comuna de Chañaral, gracias a un proyecto liderado por el Centro UC Desierto de Atacama y la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales, que busca transferir el conocimiento a las comunidades para aportar a la seguridad hídrica y alimentaria, y al desarrollo de los territorios.
En Plaza Ñuñoa quisimos ahondar en esta temática, es por eso que conversamos con Francisco Albornoz, profesor de la Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales (UC), e investigador a cargo del proyecto en el Desierto de Atacama, quien nos ayudó a entender la ciencia detrás de la iniciativa y cuáles son las proyecciones que tienen desde su equipo.
Respecto a cómo nació la idea del proyecto, Francisco explicó que en primer lugar tuvieron que «evaluar la potencial productividad que conseguimos con cosecha de agua de niebla, que es un recurso que está presente ahí a lo largo de toda la costa de Chile y se necesita una combinación de cerro, con cierta altitud (700-800 metros sobre el nivel del mar), y que estén mirando hacia la costa».
«Justo en el desierto donde estamos trabajando, tenemos la cordillera de la Costa, con cierta condición geográfica que permite la instalación de atrapanieblas, y con eso estamos cosechando una cantidad importante de agua, estamos hablando en promedio de unos 100 litros de agua por día con estos aparatos«, continuó el profesor a cargo de la investigación.
Otra de las preguntas que surgen a partir de esta novedosa iniciativa es: ¿Será posible cultivar otras cosas? Frente a esta interrogante, el investigador de la UC, detalló que con su equipo están «trabajando con cultivos hidropónicos, ya que es mucho más efectivo que un cultivo en el suelo. Tenemos ciertas limitaciones, por ejemplo de hacer frutales en sistemas hidropónicos, es mucho más complejo, por eso partimos con las hortalizas, pero dentro de las hortalizas hay una cantidad increíble de opciones, tanto de colores y sabores».
El profesor también señaló por Ñuñoa Tu Radio, cómo fue posible llevar a cabo este proyecto y los gastos de producción asociados: «Si lo comparamos con una planta desaladora, produce un volumen mucho más alto, pero tiene un costo de construcción y de operación de millones de dólares, en cambio un atrapanieblas estamos hablando menos de un millón de pesos».
Y agregó que «En esta oportunidad, Fondecyt, abrió un concurso que por primera vez se abría, Fondecyt Exploración, postulamos y una de las condiciones que se pedía es que fuera una idea innovadora y disruptiva, y finalmente nos adjudicamos el proyecto y gracias a eso estamos desarrollando esta experiencia, donde muchos gobiernos regionales les ha llamado la atención, para ir replicando este modelo».
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